viernes, julio 29, 2016

DEON 1 capitulo 9



Capitulo 9
Ira


1

- ¿A donde me llevas?
- Ah... - suspiró Claudio - a un lugar que te va a encantar.
- ¿Es de día? ¿Por qué es de día? tú... ¡tú no puedes exponerte a la luz del sol! - dijo nervioso Mauricio - ¡esto no es real! - de repente el prado verde, los árboles frondosos, el cielo claro con el sol de mediodía desaparecieron.

Claudio y Mauricio descendieron en un cerro rocoso de extraña vegetación y entraron a una cueva iluminada por antorchas.
- ¿Qué era eso que vi? el sol, el pasto verde, era como... un paraíso.
- ¿Te gusto? - preguntó Claudio.
- ¡¡Tu creaste esas imágenes en mi mente!! ¡No querías que descubriera el lugar donde me trajiste! – dijo Mauricio, Claudio contestó con una sonrisa.
- Eres muy listo, criatura. - tomó a Mauricio de la mano y siguieron caminando por un largo pasillo excavado en la montaña.

- Así es que este es Mauricio - dijo una voz al fondo de la oscura caverna.
- Si, este es y aquí está – poniendo una mano sobre el hombro de Mauricio - tal como me lo pediste - le contestó Claudio.
- Me siento mareado, confundido. - Mauricio puso su mano en el rostro, cerró los ojos por un momento.
- Sentaos a mi lado, querido Mauricio - dijo Francesco, invitándolo con un ademán.

La cueva estaba amueblada; el salón al que habían llegado tenía un comedor grande, y antiguo, hecho de roble; tenía 12 sillas y en uno de los extremos era donde Francesco estaba sentado; había en la pared detrás de él un mueble como tipo alacena con candelabros que iluminaban esa área. Había otros tres inmortales sentados a la mesa, pero el lugar a la izquierda de Francesco estaba desocupado.

- ¿Qué esperáis, muchacho? ¡Venid! - ordenó Francesco, Mauricio obedeció, no podía dejar de ver al impresionante bebedor de sangre: la penumbra acentuaba sus rasgos, sus labios carnosos, sus ojos grandes y azules que brillaban con la pasión que llevaba dentro, su cabello oscurecido por las sombras que se colaban entre las ondas de cada montón de pelo. Tenía una mirada compasiva y paciente y no le importaba ser observado por Mauricio - Entiendo que vos queréis ser como nosotros.

- Si, si señor.
- No me llaméis señor - interrumpió Francesco - ¿No veis que soy un jovenzuelo de apenas 19 años?
- disculpe, con todo respeto, aparenta más edad - dijo tímido Mauricio, sin dejar de mirar al vampiro.
- ¡Bah! todos dicen eso - dijo Francesco sonriendo - mi nombre es Francesco, y estos son mis hermanos - señaló a Claudio - él es Claudio, el maltés, creador de ilusiones, siempre en busca del placer. Tan hermoso como su alma, si es que los vampiros tenemos una. - Mauricio miró a Claudio, blanco, de cabellos de oro y unos ojos azul claro deslumbrantes, después Francesco señaló a su derecha, un hombre estaba sentado – él es Nemrod: muy famoso, en la antigüedad quiso construir una torre que llegara a los cielos, y después de casi seis mil años sigue con la misma idea - dio una palmada en el hombro de Nemrod - vaya iluso - y sonrió, Nemrod observaba serio a Mauricio. - más allá, la bella Drusila Romana, hija del fuego del Vesubio - la mujer tenía una mirada muy dulce, estaba vestida de gala con un vestido rojo de escote amplio, le rodeaba el cuello un collar de diamantes y caía hasta perderse entre sus senos, su cabello castaño oscuro caía por sus hombros, su cabeza estaba adornada con una corona de diamantes - y frente a ella, veréis a Attis, cuyo nombre significa "muchacho guapo" ¡y vaya que combina con su ego! - Francesco soltó una carcajada, a la que Attis contestó con una sonrisa.

- ¿Para que nos hiciste venir, Francesco? tu mazmorra no es nada cómoda - dijo Attis.
- Quería presentaros a Mauricio... Mau... nuestro querido "Mau" - dijo Francesco en un tono burlón - es muy amigo de la pequeña Adara.
- ¡Ya veo! - dijo Attis poniéndose de pie y acercándose a donde Mauricio estaba sentado.


2

- Aunque no me dejen salir, ¡no diré nada sobre Adara! - gritó Mauricio, sujetándose a la reja que lo privaba de su libertad, en una mazmorra improvisada en las cavernas de los inmortales.
- Ah, pero si no es necesario, querido Mau. - dijo Francesco acercándose a la reja con una antorcha en la mano - con tanto chupasangre que habita estas cuevas, ¿vos creéis que no hemos examinado vuestra mente? - le acarició la mano que se aferraba al duro fierro de la reja - …esto de tenerte encerrado lo hago por pura diversión - sonrió y se alejo.
- ¡Déjame salir! ¡¡Déjame salir!! - gritó Mauricio desesperado.

- ¿Que hago con él? - preguntó Nemrod.
- Dejadlo ahí un rato más, si quiere la inmortalidad, que la gane. - contestó Francesco y salió de esa pseudo-habitación.

- ¿Por que lo has encerrado? - Se acercó Claudio a Francesco, quien iba entrando al gran salón del comedor.
- Por que quiero - contestó mientras se sentaba en su silla favorita, la del extremo junto a la pared.
- ¿Qué planeas? Cuando regresé a tu lado, lo sucedido con Athán era reciente, dijiste que tu venganza había sido completada. - Claudio se sentó a un lado de Francesco
- Mentí - Francesco se puso a pelar una manzana y subió los pies a la mesa.
- Tenían razón ¡estas demente! - Claudio se puso de pie y estaba a punto de salir del salón.
- ¡Está hablando un vampiro que usa un pene como amuleto! - alcanzó a restregarle Francesco.

- Pero ¿que pasa? - entró Drusila - ¿por que salió Claudio tan molesto? - su forma de caminar no había cambiado en 2 mil años, ella seguía siendo la mujer sensual que paseaba por las calles de Pompeya.
- Sé que vos tampoco estáis tan de acuerdo con mis planes, amada Drusila. - Francesco bajó los pies, tiro la manzana al suelo y se apoyo con los codos sobre la mesa - pero vos sabéis que yo soy el único que conoce el paradero de lo que mas amas.
- No es necesario que me amenaces. - dijo muy seria Drusila, acercándose lentamente con sus pasos sensuales hacia Francesco - respeto tus decisiones, y las de Attis, y las de...
- Creo que Claudio se volverá una molestia - Francesco se puso de pie - o ¿Tu que piensas?
- Pienso que Claudio desea tanto la re unión de "la familia" como tu o como yo. - Drusila se acercó a Francesco y dejó que éste la tomara en sus brazos - ¿Cuanto tiempo piensas tenerme así, Francesco?
- Ah… mí querida Drusila - Francesco se separó de ella - entonces ¿todo este cariño es solo por que quieres que os revele donde encontrarlo? ¿Todo este amor y esta ternura son falsos?
- Te dije que no, mis sentimientos son sinceros - dijo Drusila - y por lo mismo, no me parece justo que me manipules y me chantajees así.
- Yo decidiré lo que es justo y lo que no - dijo Francesco y salió del salón.


3

- Oye, ¡hace mucho que no veo a Mauricio! ¿Qué le hiciste mujer? - preguntó Dolores, mientras salía de su cuarto con una canasta de ropa sucia.
- No le hice nada, supongo que ya se desilusionó de mí. - Adara tomaba sus llaves.
- ¿Desilusionarse? ¿Cómo podría desilusionarse? ¿Dónde encontrará el tonto otra mujer como tu? - Dolores puso la canasta sobre la barrita - bonita, inteligente, ¡calenturienta! - dijo eso ultimo riendo.
- ¡Dolores! - Adara se sonrojó.
- ¿Crees que desde mi recamara no los escuchaba? ¡Dios! ¡¡me moría de la envidia todas las noches!! pero ya no, desde que tengo a mi Arturito - tomó la canasta y salió detrás de Adara.
- Pues si, te ves mas feliz desde que lo conociste.
- ¡Es un amor! - dijo Dolores.
- ¡Loca! Nos vemos. - Adara le dio un beso en la mejilla y bajó las escaleras, mientras Dolores la veía.
- ¡Que cariñosa te has vuelto! - le gritó, Adara se detuvo y volteó a verla.
- Es una racha, ¡aprovéchala! - dijo sonriendo.
- ¡Estas realmente enamorada! - gritó Dolores, soltó la canasta de ropa y bajó casi corriendo – pero, si Mauricio ya no se aparece por aquí ¡¿Quién es?! ¿Como se llama? ¿Dónde lo conociste? - la sujetaba de los brazos, casi sacudiéndola debido a la emoción - ¿Es un cliente del café-internet? ¡Dime! ¡Dime!
- Se me hace tarde, debo abrir el café. - y salió por el pasillo.

"El día transcurre tranquilo aquí en el café-internet: solo tengo un par de clientes. Mas tarde iré a la escuela, como siempre... ¿Ahora si duermes durante el día? ¿Por que ya no me has hablado? Extraño tu voz dentro de mi cabeza, me volviste adicta a ti ¿Dónde estas Deón?"

"Julia, como te extraño dulzura. Perdí demasiado el tiempo, debí hablar contigo desde que me di cuenta que te amaba. He perdido contacto con tu hija, trato de no comunicarme con ella para que 'ellos', tus asesinos, no la descubran, no descubran que es importante para mi y que también quieran hacerle daño. De vez en cuando entro a la mente de su amiga, la tal Dolores. Puedo ver a través de sus ojos, escuché hoy que Adara está enamorada, pero al igual que su amiga, no se de quien. Puedo ver los pensamientos de Adara, lo hacia con mas frecuencia cuando estaba lejos, para cuidarla, pero traté de nunca meterme con sus sentimientos. Quizás ese muchacho del que ella está enamorada sea Mauricio, es un buen muchacho; aunque, no se donde está.... ¿dónde esta Mauricio?..."

"¿En que me he metido? ¡Que estúpido soy! ¿Cómo pude confiar en un vampiro? ahora estoy aquí, encerrado, en una mazmorra, no se cuanto tiempo, no se cuantos días han pasado, quizá solo uno, quizá una semana ¡Quiero salir! Si los vampiros leen la mente ¿Podrá Deón leer la mía? Quizá venga a rescatarme, quizá, con tal de que esos patanes no me saquen información sobre Adara. Seguramente Deón no querrá que ellos se den cuenta de que tan importante es Adara para él: la ama como a una hija, según leí. Pero ¿por que estoy pensando en esto? ¡Diablos! ¡Seguramente ellos están leyendo mi mente!"

- Así es querido Mau. - dijo Francesco - pero vos no creáis que io soy tonto, desde hace mucho sé que Athán Deo quiere mucho a esa niña. Sé que ella será uno más de mis instrumentos de venganza. Pero vos... vos no os preocupéis, muy pronto seréis liberado y beberéis de la Ambrosía de los dioses.
- ¡No te acerques a Adara! - gritó Mauricio aferrado a las rejas.
- ¡Vaya! aun tenéis fuerzas para desafiarme - dijo Francesco sorprendido - serás un gran inmortal - le acarició el rostro a Mauricio y se retiró.


4

- La Luna esta llena ¿Por que la llamaremos Luna?
- La Luna es Luna y las estrellas son estrellas desde mucho antes que nosotros existiéramos Claudio, incluso mucho antes de que Attis y Athán Deo nacieran; antes de los tiempos de Urian, ya existían remotas civilizaciones que habían nombrado ya a los astros, y Luna y estrellas son tan solo la adaptación a los idiomas modernos.
- Drusila…
- ¿Si? - Ella estaba parada junto a él observando el cielo del desierto.
- ¿Cómo llegamos a esto?
- ¿A esto? - preguntó ella sin despegar sus ojos cafés del cielo, las estrellas se reflejaban en ellos.
- En lo personal, no creo odiar a Athán como para querer vengarme, si algo me hizo, los siglos han aminorado el rencor. - Claudio observaba a Drusila, esperando una respuesta.
- Hmmm… - Drusila esbozo una sonrisa amarga - el único daño que quizá pudo hacerme Athán fue el haberme despreciado. Supongo que yo estoy en 'esto' por mi marido.
- ¿En serio? No pensé que fueras de "ese" tipo de mujeres - Claudio frunció el ceño.
- ¿" Ese tipo"? ¿Sumisa? No, no soy sumisa. - suspiro, los movimientos de Drusila eran siempre sensuales, al igual que sus reacciones, siempre tranquilas y reflexivas - soy LEAL, y mi lealtad es para mi marido.
- ¿Como lo soportas? - Claudio preguntó intrigado, Drusila rió impulsivamente.
- Francesco me tiene amenazada. - ella declaró.
- ¡Ese Francesco! - dijo Claudio - ¿Sabe un secreto tuyo?
- Si.
- Mío también - hizo una pausa - te contaré el mío si tu me cuentas el tuyo - continuó Claudio sonriendo.

Caminaron sobre la superficie rocosa, se encontraban en la cima de un monte en pleno desierto; la entrada a la cueva, guarida actual de Francesco, se encontraba mas abajo en esa misma montaña.
- Siempre usas diamantes, ¿cierto?
- Si, desde que era una niña mortal me gustaban. Me recuerdan a mi madre...
- ¿Eran de ella?
- No Claudio. - Drusila agachó la cabeza - mis joyas originales se perdieron junto con mi mortalidad. Éstas joyas que ahora uso, fueron de mis victimas - volteó a ver a Claudio - siempre busco personas adineradas para beber su sangre, y luego entro a sus grandes mansiones en busca de sus joyas. - sonrió de nuevo amargamente.

- Supongo que te llenan un gran vacío - dijo Claudio tomando una mano de Drusila; una lagrima empezó a recorrer la mejilla de la elegante mujer.
- Conoces algo de mi historia Claudio: cuando hace casi dos mil años pasó lo de Pompeya, Athán Deo nos llevó a las islas, donde años antes él te había conocido.
- Si, Deón me contó eso.
- Attis y yo nos alejábamos, volvíamos a las ruinas de las ciudades alrededor del gran monte para buscar a mi hijo. Yo estaba fuera de mí, no pensaba mas que en mi hijo, y sin darme cuenta fui una mal agradecida con Athán, sin darme cuenta me aleje de él y descuidé nuestra amistad. A veces me siento culpable de lo que paso con Barbato, si nosotros no lo hubiéramos abandonado...
- No - dijo Claudio, con voz serena - nadie tuvo la culpa de eso.
- Entonces viajamos a otras ciudades de Italia. En Roma, el Anfiteatro Flavius estaba siendo inagurado por el Emperador Tito, había fiesta día y noche en la ciudad. - hizo una pausa - mi hijo estaba molesto conmigo, no podía o no quería entender en lo que yo me había convertido, y desaprobaba completamente la compañía de Attis, y decidió volver a usar el nombre que le había dado su padre: Titus Furius Mérula.


5

"Mi hijo se había casado en Roma, pero no tenía nada que ofrecerle a su mujer, vivían en la pobreza. Entonces, de alguna forma, Druso se contacto con un lanista, hombres rudos que se dedicaban a entrenar gladiadores, y mi hijo empezó a entrenar para transformarse en uno.

Fue un guerrero excelente, era muy fuerte y hábil con las armas; tenía éxito y dinero, como no era esclavo, se le permitía tener ganancias de sus peleas y el emperador era muy generoso con sus gladiadores; compró una gran mansión a orillas del Tiber y tuvo dos hijos con su esposa; ella siempre lo apoyó. Incluso ella trato de persuadirlo para que Druso me permitiera hablar con él, pero nunca lo logró. Desgraciadamente en una de las peleas, Druso fue herido gravemente y yo me bloquié Claudio; pude simplemente curarlo usando mi sangre, pero él estaba ya apunto de morir, y lo que hice fue algo que él nunca va a perdonarme: lo convertí en inmortal como nosotros."

- Y ¿dónde esta? - preguntó Claudio, Drusila estaba bañada en lágrimas rojas.
- Me exigió que me fuera y él como pudo se quedo al lado de su familia; supe que para toda Roma él había muerto, pero había noches en que se disfrazaba y luchaba en el coliseo, era un asesino feroz y saciaba su sed con la sangre de sus oponentes, el público siempre pensó que era parte del espectáculo y hasta donde yo supe, jamás descubrieron que Druso era en realidad un bebedor de sangre. - suspiró - Yo no puedo leer su mente, pues yo fui quien lo creó, le di la vida dos veces. Francesco sabe donde está, pero logra cerrar muy bien su mente para que yo no lo averigüe. Con eso me amenaza.
- Ya veo... - dijo Claudio, dándole un beso en la mejilla - quizá yo te pueda ayudar.
- ¿Cual es tu secreto, Claudio? ¿Cual es tu motivo aparente por el que debes ayudar a Francesco a vengarse de Athán?

Nemrod se paseaba por la oscura mazmorra, de repente se detenía y volteaba a ver a Mauricio, que se encontraba sentado en el rincón, cansado de gritar, rogando que lo soltaran.
- El objetivo de la torre no era llegar al cielo...- dijo Nemrod, unos mechones de cabello cubrían sus orejas - Francesco es un idiota, no sabe nada de nada - siguió dando vueltas - Me llamaban Nimrod, "Nebrod" los griegos y aun otros me llaman Menrot; fui un gran señor fundador de ciudades y reinos. Viví en una época de ignorancia, de leyendas, ¿Sabes? - volteó a ver a Mauricio quien seguía en el rincón con la cabeza agachada - Yo debería ser el líder de esta secta ¡Yo nací para gobernar! - camino hacia la reja - Ya no es necesario construir torres, yo puedo llegar al cielo por mi mismo, y reclamar mi lugar en el trono del supremo. - sus ojos se dilataban, el fanatismo lo encendía - ¡Francesco es un imbecil, cegado por su amargura y rencor!
- Entonces ¿Por que lo sigues? - preguntó Mauricio sin levantar la cabeza, Nemrod se quedó pensativo aferrado a los barrotes de metal.
- Acércate muchacho. - le dijo a Mauricio, quien, levantó la cabeza y arrastrándose llego hasta la reja - bebe esto - Nemrod se cortó la muñeca con sus largas y afiladas uñas y su sangre empezó a brotar - te hará sentir bien.

Mauricio tomó el brazo de Nemrod y succionó la sangre que fluía en abundantes cantidades.
- No mucha - dijo Nemrod, y con la otra mano le dio un empujón en la frente a Mauricio, quien cayó sentado al suelo de la prisión, confundido, con las pupilas dilatadas.
- ¿Que… que me esta pasando? - dijo confundido Mauricio. Se puso de pie y se dirigió a una de las paredes - Todo se mira… tan… detallado… - palpaba la pared rocosa, acariciaba el filo de las piedras. Nemrod solo lo observaba.
- Bueno muchacho, debo ir a dormir, pronto amanecerá. Si te portas bien, muy pronto quedarás libre.

Mauricio volteó a verlo con los ojos muy abiertos, temblaba y se dejo caer al suelo.
- Deón va a venir por mi - balbuceaba - Deón me rescatará…


6

"Es eso... un velo que no te deja ver claramente, nubla tus sentidos y llega a enloquecerte: la Ira, el Rencor, el Resentimiento, te llegan a confundir al grado que solo sabes que odias, pero desconoces ya el motivo..."

- Adara ¿Tú me odias?

Adara estaba acostada en su cama, con un camisón blanco, las luces apagadas, era una noche fresca y agradable; la ventana estaba abierta para dejar entrar el suave viento que parecía hacer sonar una melodía al rozar las hojas de los árboles de la banqueta; la noche estaba iluminada por la luna llena y los pocos faros de esa calle.
- No Deón, no te odio. - se incorporó en su cama y miró hacia la ventana, sentía su presencia.
- Me da gusto saberlo - dijo el imponente bebedor de sangre mientras entraba por dicha ventana, recorriendo las cortinas blancas.
- Tu ¿Ves mis pensamientos? - preguntó Adara, recorriéndose en la cama hacia la orilla y poniéndose de pie.
- Trato de no hacerlo, y nunca veo más allá de lo superficial: donde estas, como estas. Respeto tu intimidad mi dulzura.

Se quedaron parados viéndose a los ojos. Deón en apariencia, un hombre de 24 años, alto, de espalda ancha y delgado; traía una camisa negra sin mangas dejando al descubierto sus fornidos brazos, un pantalón de mezclilla justo a la medida y unos zapatos negros; el cabello recortado y como si fueran espinas. Sonreía.
- Tus ojos brillan como estrellas - le dijo Adara.
- Los tuyos también preciosa, tu eres una estrella. Así vaya al fin del mundo, puedo ver tu brillo. - dijo Deón en un tono tierno y sereno. Camino hacia ella.

Adara se lanzó a sus brazos, era mucho mas baja de estatura que él, y apoyo su cabeza sobre el ancho pecho del hombre; él la sostuvo en sus brazos y así se quedaron por un largo momento, sin decir nada.

Entonces, ella enderezó la cabeza y lo miró de nuevo a los ojos
- Hazme el amor Deón.

Deón se sorprendió, realmente no esperaba eso.
- No puedo, dulzura. No debo.
- No seria incesto… - dijo ella, soltándose y alejándose un poco de él - tú no eres mi padre, nunca te vi como si lo fueras.
- Está mal...
- No, no está mal - insistió ella lanzándose de nuevo a sus brazos.
- La historia se repetirá Adara, ¡No quiero que te hagan daño! - la apretó entre sus brazos y por poco no mide sus fuerzas y la aplasta contra su pecho, pero no lo hizo.
- Yo se que tu no lo permitirías, yo se que tu me protegerás…

De nuevo se miraron, Deón puso sus manos en los hombros de Adara y la alejó un poco sin dejar de mirar sus verdes ojos. Se agachó y acercó para alcanzar esos delicados labios carnosos de la niña mortal, y se fusionaron en un beso inocente en el que solo un par de bocas se unían para sentir una a la otra, con las manos grandes de Deón en sus mejillas, Adara empezó a llorar de la emoción.

- No puedo. - dijo Deón y caminó hacia la ventana, estaba a punto de escapar cuando ella le dijo:
- Creo que es hora de que dejes de huir.

Él se detuvo en seco y volteó a mirarla.
- Tienes razón - dijo él, y caminó hacia ella para tomarla de nuevo en sus brazos.


Francesco daba vueltas alrededor de su elegante mesa, todos estaban ahí reunidos, viendo al enloquecido adolescente vampiro: Drusila, Attis, Claudio, Nemrod y 15 otros recién nacidos.
- Debemos marcharnos Francesco, ya va amanecer - dijo Nemrod.
Francesco se detuvo.
- Tenéis razón - dijo con una sonrisa - ¡Mañana será nuestra noche!

miércoles, julio 27, 2016

DEON 1 capitulo 8



Capitulo 8
Errores


1

"Es increíble como algo construido con muchísimo esfuerzo, con muchísimo tiempo puede quedar destruido en un instante, ya sea una ciudad, ya sea una amistad, ya sea una familia, la confianza, hay cosas que simplemente no se pueden reparar; algo que después de roto, por más pegamento, cemento, remendaduras que se usen no vuelve a ser lo mismo.

Éste fue el fin de Pompeya, una ciudad que se encontraba en su gran apogeo. Un terremoto había intentado arrasar con ella años atrás, sin embargo, su pueblo se mantuvo firme y reconstruyó. Aun no desaparecían los efectos de aquella catástrofe, cuando el dios Vulcano descargó su ira y acabo con todo: toneladas y toneladas de material volcánico cubrieron completamente la ciudad.

Y nosotros quedamos atrapados.

Excavamos durante varias noches, tratando de encontrar la superficie; los vampiros, como los humanos poseemos un reloj biológico que nos ayuda a saber cuando es de día y cuando es de noche, supongo que es instinto, la lucha por la supervivencia.

Attis y yo, por nuestra edad podíamos durar incluso años sin alimentarnos, pero Drusila no. Al principio, Attis cazaba las pocas ratas que quedaban en el drenaje en el que quedamos atrapados para darle su sangre a Drusila, pero en pocos días éstas desaparecieron, entonces Attis y yo le dábamos pequeñas dosis de nuestra sangre.

Yo no sabía que por estar recibiendo sangre milenaria (de Attis y mía), Drusila empezaría a tener las mismas habilidades que nosotros.

En cuanto salimos a la superficie, a lo que quedó de Pompeya, Drusila usó sus nuevas habilidades para tratar de encontrar a Druso.

No había quedado nada de la ciudad, parecía como si nunca hubiese existido; todo estaba enterrado debajo de rocas, cenizas y material que expulsó el Monte Vesubio. Drusila estaba desolada, no había encontrado a Druso.

Attis estaba tan deshecho como ella, así es que prácticamente ambos quedaron a mi cuidado. Los llevé a Malta, nos refugiamos en las mismas ruinas donde viví tanto tiempo, donde conocí a Claudio y Roxana, y a Ambusta y los demás.

Me llené de nostalgia y casi me deprimí tanto como Attis y Drusila; pero el hecho de saber que dependían de mí, fue lo que me sostuvo.

Al principio, Attis y Drusila solo se ausentaban para ir a alimentarse, yo casi nunca los acompañaba, ellos tenían una comunicación muy especial y prefería dejarlos solos. Esas noches yo aprovechaba para vagar por la isla, flotaba sobre las pequeñas poblaciones y observaba a la gente; veía como convivían, veía a las parejas que se alejaban del pueblo para hacer el amor; veía a las familias, y me di cuenta que estaba solo. Me puse a pensar en como habría sido mi vida si me hubiese casado con Eris. ¿Cuantos hijos habríamos tenido? ¿Habríamos viajado? ¿Habríamos envejecido juntos y muerto de ancianos? lo dudo. Y a pesar de ahora estar con Attis y Drusila, en realidad estaba completamente solo.

Había ocasiones en que ni siquiera hablábamos, Attis y Drusila, y empezaron a alejarse de mí.

Una noche en que flotaba sobre la isla, harto de mi soledad, empecé a sentir una presencia, no era un mortal. Traté de ubicarlo, se encontraba en el pueblo.

- ¿Quien eres? - mandé un mensaje telepático, me emocionaba saber que había alguien mas como yo, pero no hubo respuesta. - por favor ¿Quien eres? - no respondió. Entonces descendí y trate de concentrarme para encontrarlo, para sentirlo, pero la misma emoción me nublaba la mente y los sentidos.

Camine poco, pues el pueblo no era muy grande, podía sentir como es que él... o ella... escapaba de mi. Empecé a caminar mas de prisa; a la gente no le importaba mi presencia, estaban tan acostumbrados al paso de extranjeros, judíos, egipcios, griegos, romanos, la pequeña isla se había convertido en un cruce de caminos; yo no era tan extraño en ese lugar.

La criatura dio vuelta y topó en un callejón sin salida, estaba a punto de dar un salto y escapar por los aires cuando lo alcancé. De inmediato reconocí la figura: el cabello sucio y chino que salía de la capucha, la estatura, el brillo de sus ojos, su olor...
- ¡¡Barbato!!"


2

"- ¡Aléjate de mi! - me dijo, estirando el brazo, mostrándome la palma sucia de su mano para que me detuviera.
- Barbato, no tengas miedo, soy yo: Athán - le dije sin palabras.
- Sé que eres tú ¿Que quieres? ¿Destruirme?

Me acerqué, y el retrocedió pegándose a la pared.
- No - le contesté - estoy solo. Necesito... un poco de compañía.
- ¿Tu? ¡Tú me quitaste a mi familia! - adoptó una postura agresiva - ¡Por tu culpa Claudio me castigó! ¡Me convirtió en un eunuco! ¡Ya no soy hombre! - avanzó hacia mi y mientras me decía eso me golpeaba el pecho con su dedo índice.
- No fue mi culpa. No fue mi inten....
- ¡Pero lo hiciste! - podía ver la furia en sus ojos - ¡Tu presencia fue la que acabó con nuestra familia! - entonces se elevó - ¡¡No me sigas!! - pero lo seguí.

Trató de volar muy rápido, pero no lo perdí de vista. Llegamos a las mismas ruinas donde me refugiaba con Attis y Drusila, donde años atrás lo conocí, a él, a Claudio, a Roxana.

- ¿Mataste a Roxana? - le pregunté mientras descendíamos.
- ¿Por que dices que estas solo? - me dijo a la mente, evadiendo mi pregunta, mientras se situaba sobre una roca - si estas acompañado de ese que es igual a ti y de la mujer recién nacida.
- Ellos ya no me necesitan - le contesté, mientras me paraba en la misma roca junto a él.
- ¿Y que quieres de mí?
- No lo se… - lo miré de la cabeza a los pues, era muy distinto a los bebedores de sangre que había conocido. Pareciese como si existiera una regla y todos tuviesen que ser muy estéticos, seres bellos casi perfectos; Barbato era diferente, descuidado, con el cabello enredado y sucio; la barba crecida; debió tener un poco mas de 20 años cuando fue convertido, tenía el cuerpo de un luchador, de espalda ancha y musculoso, velludo; rasgos faciales finos, pero su descuido hacía que estos se ocultaran; una apariencia extrañamente atractiva.

- ¿Cómo que no lo sabes? - frunció el ceño y me miró fijamente.
- Me siento muy solo.
- Eso ya lo dijiste - dijo muy seco - todos estamos solos, siempre: nacemos solos, morimos solos.
- Si - suspiré - supongo que la agonía de la soledad termina con la muerte - sentí que una cálida lágrima de sangre escurría por mi mejilla - pero nosotros nunca moriremos.

Barbato se acercó y con su dedo tomó mi lágrima y enseguida se chupo el dedo
- Tu sangre… - entornó los ojos y luego los cerró, esbozo una sonrisa - ¡es deliciosa!

"¿Mi sangre es deliciosa?" pensé. Para un vampiro, el dar su sangre es exponer su intimidad, por medio de ella, se puede conocer su vida, sus secretos, sus más oscuros pensamientos.

Barbato seguía con los ojos cerrados, aun saboreando la lágrima. De repente los abrió:
- Haz tenido una existencia muy interesante.

Me sentía vulnerable y nervioso.
- Ahora conoces mi historia - le dije - pero ¿cual es la tuya?

Entonces Barbato puso una mano en mi hombro e hizo que me arrodillara, se desnudo dejando al descubierto sus genitales, su miembro no había sido cortado de tajo.
- Bebe y conoce mis secretos - dijo Barbato"


3

"Attis y Drusila regresaron cuando aun faltaban horas para que amaneciera, me encontraron tirado en medio del templo entre los grandes brazos de Barbato. Me levanté.

- ¿Dónde han estado? - pregunté, empecé a caminar alrededor de ellos, como si fuese su padre y ellos unos niños traviesos. Yo estaba desnudo y me di cuenta que Drusila lo había notado, no despegaba sus ojos de mi.
- Hemos seguido con la búsqueda de mi hijo - me contestó ella con vos queda, Attis se fijo en como ella me veía y se paró frente a Drusila como si tratara de protegerla de mi.
- ¿Ahora te crees nuestro padre? - me dijo Attis; parecía como si hubiese leído mi pensamiento, cuando yo mismo me di cuenta de lo que estaba haciendo, sin embargo ni Attis, ni Drusila pueden leerme la mente por la conexión de sangre que hay entre nosotros. - Tu ¿Por que estas desnudo? - continuó sin esperar a que respondiera su primer pregunta - ¿Quien es ese gladiador con el que te revolcaste?

- Su nombre es Barbato – dije sereno, mientras mis harapos se arrastraban por el suelo y se acercaban a mi brazo extendido, como si fuesen una mascota buscando a su amo: telequinesis ¡Un poder sorprendente! - es mi amigo - la tela se envolvió alrededor de mi cintura, formándome una especie de taparrabos - ¿te molesta?

- Es un extraño - dijo Attis. Barbato estaba parado detrás de mi - se ve que es un bárbaro, no perteneció en vida a alguna familia noble romana - continuó con desden - ¡Mi Drusila no debe convivir con alguien inferior!

Su prepotencia cada vez me desesperaba más, estaba a punto de darle un golpe, pero Barbato me sostuvo de los brazos.
- Quédate con tu eunuco - dijo Attis, viendo el miembro incompleto de Barbato - ¡Drusila y yo nos vamos! - Desde que conocimos a Drusila, Attis empezó a sentir celos de mí, Drusila no disimulaba el interés que sentía hacia mí, pero se interesaba de la misma forma por Attis, lo cual me tenía sin cuidado. Pensé en que sentiría él si supiera que no solo Drusila estaba interesada en mí, sino que Eris fue mía antes que de él. ¿Cómo reaccionaría?

- ¿Por cuanto tiempo? - le dije, Barbato no me había soltado - ¿Por cuanto tiempo estarás al lado de Drusila? ¿Cuanto tiempo te queda para que te desesperes y vuelvas a tratar de encontrar a Eris?

Attis se sorprendió. Drusila inmediatamente lo tomó de un brazo y lo hizo girar:
- ¿Quien es "Eris"? - preguntó extrañada Drusila, mirando a Attis a los ojos, quien se puso nervioso.

- Es su esposa - rematé yo con una sonrisa; Drusila lo soltó, lo siguió mirando a los ojos esperando una respuesta, pero no hubo tal. Entonces ella le propinó una bofetada y salió volando de ahí.

- ¡Me las vas a pagar Athán! - me amenazó él mientras salía volando detrás de Drusila."


4

"Barbato soltó una carcajada, me jaló del brazo y empezó a besarme salvajemente: los labios, la barbilla, el cuello. Me apretaba contra su cuerpo, me sofocaba. Yo trataba de separarme, me había tomado por sorpresa y sentí como clavó sus colmillos cerca de mi garganta, estaba bebiendo de mí. Quise liberarme, pero el me agarró por las muñecas, forcejeamos y finalmente pude darle un empujón con todo lo que me quedaba de fuerza, lo cual hizo que mi cuello se desgarrara con el filo de sus incisivos.

- ¡
¿¡Que te pasa!?! - le reclamé, mientras lo veía revolcarse de la risa en el suelo. Mi herida sanó de inmediato.
- ¡¡Ya no están esos!! ¡Esos arrogantes! Ellos no te iban a dejar nada bueno, ¡solo iban a reprimirte y cuestionar todas tus acciones! - dijo mientras se sentaba sobre la tierra - ¡Ahora eres solo mío! ¡¡Ahora sabrás lo que es libertad!! Claudio también me reprimía mucho, y Roxana ¡esa perra! Me vigilaba todo el tiempo - se puso de pie - pero me encantaba ¿sabes? traté de convencerla de que se fuera conmigo, quise mostrarle lo que era ser libre - empezó a caminar a mi alrededor - pero la desgraciada solo quería estar junto a Claudio, solo quería seguir con su forma de ver las cosas. Decía que el placer era bueno, pero también era necesaria la responsabilidad ¡Que tontera! - se detuvo frente a mí - Pero tu si me seguirás, ¿cierto? - puso sus manos grandes y fuertes sobre mis hombros - Tú has probado mi sangre y yo he probado la tuya ¡Somos uno Athán!

- ¡Estas loco! - le dije y con ambos brazos lo aparté de mi.
- ¡Tus amigos no te quieren! te detestan, te envidian, te tienen celos, tu mismo lo dijiste ¡no tienes a nadie! - dijo enojado - ¡solo a mí!

Sus palabras, o quizá la forma como las decía despertaron mi ira, me abalance sobre él tomándolo por el cuello, él hacia otro tanto conmigo.
- ¡Fue un error haberme acercado a ti! - le grité.
- ¡No es mi culpa que nadie te quiera! - seguíamos forcejeando.
- ¡No necesito a nadie!
- Pero si tu me buscaste ¡por que no sabes estar solo! ¡¡Claro que necesitas a alguien!! - me dio un empujón y ahora fui yo quien cayó al suelo - ¡Eres mío Athán, nunca nos separaremos!
- ¡Enfermo!
- ¡No me dejaras! si lo intentas - me señaló - te destruiré, ¡como destruí a Roxana!

No quise escuchar más, salí volando, pero fue tal la velocidad con que lo hice que parecía que me había esfumado.

Mi existencia ha estado llena de tropiezos, Adara..."

- Todos tropezamos, Deón.
- Pensé que no estabas poniendo atención a lo que te decía.
- Te haz convertido en una voz en mi cabeza, en el día, mientras tú deberías dormir, o te pongo atención o me vuelvo loca.
- Disculpa.
- No hay problema. Pero dime ¿el hecho de que hallas preferido quedarte con Barbato fue suficiente para que Attis y Drusila te odiaran? Ellos estaban presentes cuando ese vampiro horrible mató a mi madre ¿cierto? ¿Que fue de ellos? y ¿Barbato?
- ¿Me haz perdonado, Adara?
- Contesta primero mis preguntas: tú empezaste, ahora debes saciar mi curiosidad.


5

"Todo es tan confuso, uno espera olvidar lo malo que ha pasado, uno trata de siempre acordarse de las cosas buenas. La mente se nubla y esas ocasiones en que nada sale como un quisiera, o cuando uno pasa por situaciones difíciles, se borran, en lugar de quedarse para convertirse en una lección, un 'como no se deben hacer las cosas'.

Al principio traté de huir de Barbato, pero me cansé; Barbato representaba mi lado salvaje, mi lado cruel: todo aquello que yo tenía ganas de hacer pero me reprimía de hacerlo por que me parecía malo, ¡y lo era! sin embargo, en ese tiempo, debido a mi soledad, al abandono de quienes pensé que eran mis amigos: Attis y Drusila; la ausencia de Claudio y el clan maltés, me dejé llevar y junto con Barbato descubrí hasta donde podía llegar cuando no había límites que impidieran las más terribles acciones.

Viajamos por toda Italia y las Galias.

Cazábamos todas las noches, incluso sin necesidad; teníamos sexo con nuestras presas, aun en contra de su voluntad; podíamos crear imágenes, fantasías en sus mentes para que cedieran, seducirlos, pero Barbato disfrutaba mucho el hacerlos suyos a la fuerza.

Tuve una amante, cuyo nombre nunca pude pronunciar, era una mujer de Massalia, blanca y rubia de ojos claros, me recordaba mucho a Eris, solo que en lugar de quemarla la ambición, la quemaba la lujuria. Al principio Barbato y yo la compartíamos; era una mujer extraña, no hablaba y era salvaje; bruta, se podría decir. Solo servía para ser usada, y para alimentarnos de su dulce sangre, el delicioso sabor de la sangre joven era increíble en ella.

Nos íbamos por semanas o meses, o años, cazábamos, violábamos, matábamos por pura diversión, y Barbato no era nada selectivo a la hora de crear nuevos vampiros, bueno, si lo era, parecía como si inconcientemente escogiera a las personas más tontas y malas y bárbaras que conocíamos. Sus discípulos no sabían hacer otra cosa más que destruir.

Cada que volvíamos a Massalia yo buscaba a mi dulce muchacha bruta, y parecía que ella estuviese ahí esperándome; pero cada vez era mas vieja, y mas extraña. Era la loca del pueblo, vivía en las calles y conseguía alimentarse vendiendo su cuerpo. Parecía no tener un hilo de conciencia en su mente, como si cada momento o día que pasasen era lo mismo y no sabía que había sido ayer, o que sería de ella mañana. No se daba cuenta de cuanto tardaba yo en regresar y que cada que volvía yo no había envejecido nada.

Una vez que volvimos y que la juventud había desaparecido del rostro de mi amante de Massalia, Barbato se desinteresó por sus favores sexuales, y entonces lo que quería era torturarla para después beber su sangre y matarla, pero yo no lo permití. Conforme pasaban los años y la mujer envejecía, poco a poco fuimos apartándonos de su vida, sin embargo, yo nunca dejé de cuidarla, de tratar de estar al pendiente de ella. La seguí sin que ella se diera cuenta, hasta su muerte. Tuvo una vida extraña, pues su mente siempre estuvo en otro lugar, y aun así logró sobrevivir hasta los 94 años. Creo que el cuidarla fue lo único que mantenía vivo mi lado humano en ese tiempo.

Barbato empezó a tomarse muy en serio eso de que tenía discípulos y los obligaba a seguir sus 'reglas'. Los obligaba a olvidar toda moral que hubiesen tenido cuando estaban vivos, lo cual no era muy difícil, ya que como dije anteriormente, Barbato escogía de entre la escoria humana para crear nuevos inmortales.

Me cansé de sus estupideces después de un par de siglos y aprovechando su distracción, mientras creaba su 'secta' en la cual él era adorado, me fui."

- ¿Y ya no te siguió? - Adara estaba en el café internet, trabajando como todas las mañanas, perdía el tiempo revisando y revisando su correo, traía sus audífonos puestos pero no escuchaba música, sino los pensamientos de Deón.
- No, Adara, al menos pasaron muchísimos años y muchísimas cosas para que yo supiera de Barbato de nuevo.

"Vagué por un tiempo, sin saber a donde. De Drusila y Attis supe por un inmortal que conocí en Roma; ella había encontrado a su hijo, y se quedó junto a su familia; supe que Attis estaba junto a ella por la descripción que me dieron del hombre que la acompañaba.

Adara, debes tener cuidado."

- ¿Cuidado de que?
- Tienes que permitirme acercarme a ti, para protegerte.
- ¿De quien?
- No respondiste mi pregunta ¿ya me perdonaste?
- ¿De quien debo cuidarme?
- Desde hace un par de días, los he sentido cerca.
- ¿A quienes?
- A 'Ellos'.