miércoles, julio 27, 2016

DEON 1 capitulo 8



Capitulo 8
Errores


1

"Es increíble como algo construido con muchísimo esfuerzo, con muchísimo tiempo puede quedar destruido en un instante, ya sea una ciudad, ya sea una amistad, ya sea una familia, la confianza, hay cosas que simplemente no se pueden reparar; algo que después de roto, por más pegamento, cemento, remendaduras que se usen no vuelve a ser lo mismo.

Éste fue el fin de Pompeya, una ciudad que se encontraba en su gran apogeo. Un terremoto había intentado arrasar con ella años atrás, sin embargo, su pueblo se mantuvo firme y reconstruyó. Aun no desaparecían los efectos de aquella catástrofe, cuando el dios Vulcano descargó su ira y acabo con todo: toneladas y toneladas de material volcánico cubrieron completamente la ciudad.

Y nosotros quedamos atrapados.

Excavamos durante varias noches, tratando de encontrar la superficie; los vampiros, como los humanos poseemos un reloj biológico que nos ayuda a saber cuando es de día y cuando es de noche, supongo que es instinto, la lucha por la supervivencia.

Attis y yo, por nuestra edad podíamos durar incluso años sin alimentarnos, pero Drusila no. Al principio, Attis cazaba las pocas ratas que quedaban en el drenaje en el que quedamos atrapados para darle su sangre a Drusila, pero en pocos días éstas desaparecieron, entonces Attis y yo le dábamos pequeñas dosis de nuestra sangre.

Yo no sabía que por estar recibiendo sangre milenaria (de Attis y mía), Drusila empezaría a tener las mismas habilidades que nosotros.

En cuanto salimos a la superficie, a lo que quedó de Pompeya, Drusila usó sus nuevas habilidades para tratar de encontrar a Druso.

No había quedado nada de la ciudad, parecía como si nunca hubiese existido; todo estaba enterrado debajo de rocas, cenizas y material que expulsó el Monte Vesubio. Drusila estaba desolada, no había encontrado a Druso.

Attis estaba tan deshecho como ella, así es que prácticamente ambos quedaron a mi cuidado. Los llevé a Malta, nos refugiamos en las mismas ruinas donde viví tanto tiempo, donde conocí a Claudio y Roxana, y a Ambusta y los demás.

Me llené de nostalgia y casi me deprimí tanto como Attis y Drusila; pero el hecho de saber que dependían de mí, fue lo que me sostuvo.

Al principio, Attis y Drusila solo se ausentaban para ir a alimentarse, yo casi nunca los acompañaba, ellos tenían una comunicación muy especial y prefería dejarlos solos. Esas noches yo aprovechaba para vagar por la isla, flotaba sobre las pequeñas poblaciones y observaba a la gente; veía como convivían, veía a las parejas que se alejaban del pueblo para hacer el amor; veía a las familias, y me di cuenta que estaba solo. Me puse a pensar en como habría sido mi vida si me hubiese casado con Eris. ¿Cuantos hijos habríamos tenido? ¿Habríamos viajado? ¿Habríamos envejecido juntos y muerto de ancianos? lo dudo. Y a pesar de ahora estar con Attis y Drusila, en realidad estaba completamente solo.

Había ocasiones en que ni siquiera hablábamos, Attis y Drusila, y empezaron a alejarse de mí.

Una noche en que flotaba sobre la isla, harto de mi soledad, empecé a sentir una presencia, no era un mortal. Traté de ubicarlo, se encontraba en el pueblo.

- ¿Quien eres? - mandé un mensaje telepático, me emocionaba saber que había alguien mas como yo, pero no hubo respuesta. - por favor ¿Quien eres? - no respondió. Entonces descendí y trate de concentrarme para encontrarlo, para sentirlo, pero la misma emoción me nublaba la mente y los sentidos.

Camine poco, pues el pueblo no era muy grande, podía sentir como es que él... o ella... escapaba de mi. Empecé a caminar mas de prisa; a la gente no le importaba mi presencia, estaban tan acostumbrados al paso de extranjeros, judíos, egipcios, griegos, romanos, la pequeña isla se había convertido en un cruce de caminos; yo no era tan extraño en ese lugar.

La criatura dio vuelta y topó en un callejón sin salida, estaba a punto de dar un salto y escapar por los aires cuando lo alcancé. De inmediato reconocí la figura: el cabello sucio y chino que salía de la capucha, la estatura, el brillo de sus ojos, su olor...
- ¡¡Barbato!!"


2

"- ¡Aléjate de mi! - me dijo, estirando el brazo, mostrándome la palma sucia de su mano para que me detuviera.
- Barbato, no tengas miedo, soy yo: Athán - le dije sin palabras.
- Sé que eres tú ¿Que quieres? ¿Destruirme?

Me acerqué, y el retrocedió pegándose a la pared.
- No - le contesté - estoy solo. Necesito... un poco de compañía.
- ¿Tu? ¡Tú me quitaste a mi familia! - adoptó una postura agresiva - ¡Por tu culpa Claudio me castigó! ¡Me convirtió en un eunuco! ¡Ya no soy hombre! - avanzó hacia mi y mientras me decía eso me golpeaba el pecho con su dedo índice.
- No fue mi culpa. No fue mi inten....
- ¡Pero lo hiciste! - podía ver la furia en sus ojos - ¡Tu presencia fue la que acabó con nuestra familia! - entonces se elevó - ¡¡No me sigas!! - pero lo seguí.

Trató de volar muy rápido, pero no lo perdí de vista. Llegamos a las mismas ruinas donde me refugiaba con Attis y Drusila, donde años atrás lo conocí, a él, a Claudio, a Roxana.

- ¿Mataste a Roxana? - le pregunté mientras descendíamos.
- ¿Por que dices que estas solo? - me dijo a la mente, evadiendo mi pregunta, mientras se situaba sobre una roca - si estas acompañado de ese que es igual a ti y de la mujer recién nacida.
- Ellos ya no me necesitan - le contesté, mientras me paraba en la misma roca junto a él.
- ¿Y que quieres de mí?
- No lo se… - lo miré de la cabeza a los pues, era muy distinto a los bebedores de sangre que había conocido. Pareciese como si existiera una regla y todos tuviesen que ser muy estéticos, seres bellos casi perfectos; Barbato era diferente, descuidado, con el cabello enredado y sucio; la barba crecida; debió tener un poco mas de 20 años cuando fue convertido, tenía el cuerpo de un luchador, de espalda ancha y musculoso, velludo; rasgos faciales finos, pero su descuido hacía que estos se ocultaran; una apariencia extrañamente atractiva.

- ¿Cómo que no lo sabes? - frunció el ceño y me miró fijamente.
- Me siento muy solo.
- Eso ya lo dijiste - dijo muy seco - todos estamos solos, siempre: nacemos solos, morimos solos.
- Si - suspiré - supongo que la agonía de la soledad termina con la muerte - sentí que una cálida lágrima de sangre escurría por mi mejilla - pero nosotros nunca moriremos.

Barbato se acercó y con su dedo tomó mi lágrima y enseguida se chupo el dedo
- Tu sangre… - entornó los ojos y luego los cerró, esbozo una sonrisa - ¡es deliciosa!

"¿Mi sangre es deliciosa?" pensé. Para un vampiro, el dar su sangre es exponer su intimidad, por medio de ella, se puede conocer su vida, sus secretos, sus más oscuros pensamientos.

Barbato seguía con los ojos cerrados, aun saboreando la lágrima. De repente los abrió:
- Haz tenido una existencia muy interesante.

Me sentía vulnerable y nervioso.
- Ahora conoces mi historia - le dije - pero ¿cual es la tuya?

Entonces Barbato puso una mano en mi hombro e hizo que me arrodillara, se desnudo dejando al descubierto sus genitales, su miembro no había sido cortado de tajo.
- Bebe y conoce mis secretos - dijo Barbato"


3

"Attis y Drusila regresaron cuando aun faltaban horas para que amaneciera, me encontraron tirado en medio del templo entre los grandes brazos de Barbato. Me levanté.

- ¿Dónde han estado? - pregunté, empecé a caminar alrededor de ellos, como si fuese su padre y ellos unos niños traviesos. Yo estaba desnudo y me di cuenta que Drusila lo había notado, no despegaba sus ojos de mi.
- Hemos seguido con la búsqueda de mi hijo - me contestó ella con vos queda, Attis se fijo en como ella me veía y se paró frente a Drusila como si tratara de protegerla de mi.
- ¿Ahora te crees nuestro padre? - me dijo Attis; parecía como si hubiese leído mi pensamiento, cuando yo mismo me di cuenta de lo que estaba haciendo, sin embargo ni Attis, ni Drusila pueden leerme la mente por la conexión de sangre que hay entre nosotros. - Tu ¿Por que estas desnudo? - continuó sin esperar a que respondiera su primer pregunta - ¿Quien es ese gladiador con el que te revolcaste?

- Su nombre es Barbato – dije sereno, mientras mis harapos se arrastraban por el suelo y se acercaban a mi brazo extendido, como si fuesen una mascota buscando a su amo: telequinesis ¡Un poder sorprendente! - es mi amigo - la tela se envolvió alrededor de mi cintura, formándome una especie de taparrabos - ¿te molesta?

- Es un extraño - dijo Attis. Barbato estaba parado detrás de mi - se ve que es un bárbaro, no perteneció en vida a alguna familia noble romana - continuó con desden - ¡Mi Drusila no debe convivir con alguien inferior!

Su prepotencia cada vez me desesperaba más, estaba a punto de darle un golpe, pero Barbato me sostuvo de los brazos.
- Quédate con tu eunuco - dijo Attis, viendo el miembro incompleto de Barbato - ¡Drusila y yo nos vamos! - Desde que conocimos a Drusila, Attis empezó a sentir celos de mí, Drusila no disimulaba el interés que sentía hacia mí, pero se interesaba de la misma forma por Attis, lo cual me tenía sin cuidado. Pensé en que sentiría él si supiera que no solo Drusila estaba interesada en mí, sino que Eris fue mía antes que de él. ¿Cómo reaccionaría?

- ¿Por cuanto tiempo? - le dije, Barbato no me había soltado - ¿Por cuanto tiempo estarás al lado de Drusila? ¿Cuanto tiempo te queda para que te desesperes y vuelvas a tratar de encontrar a Eris?

Attis se sorprendió. Drusila inmediatamente lo tomó de un brazo y lo hizo girar:
- ¿Quien es "Eris"? - preguntó extrañada Drusila, mirando a Attis a los ojos, quien se puso nervioso.

- Es su esposa - rematé yo con una sonrisa; Drusila lo soltó, lo siguió mirando a los ojos esperando una respuesta, pero no hubo tal. Entonces ella le propinó una bofetada y salió volando de ahí.

- ¡Me las vas a pagar Athán! - me amenazó él mientras salía volando detrás de Drusila."


4

"Barbato soltó una carcajada, me jaló del brazo y empezó a besarme salvajemente: los labios, la barbilla, el cuello. Me apretaba contra su cuerpo, me sofocaba. Yo trataba de separarme, me había tomado por sorpresa y sentí como clavó sus colmillos cerca de mi garganta, estaba bebiendo de mí. Quise liberarme, pero el me agarró por las muñecas, forcejeamos y finalmente pude darle un empujón con todo lo que me quedaba de fuerza, lo cual hizo que mi cuello se desgarrara con el filo de sus incisivos.

- ¡
¿¡Que te pasa!?! - le reclamé, mientras lo veía revolcarse de la risa en el suelo. Mi herida sanó de inmediato.
- ¡¡Ya no están esos!! ¡Esos arrogantes! Ellos no te iban a dejar nada bueno, ¡solo iban a reprimirte y cuestionar todas tus acciones! - dijo mientras se sentaba sobre la tierra - ¡Ahora eres solo mío! ¡¡Ahora sabrás lo que es libertad!! Claudio también me reprimía mucho, y Roxana ¡esa perra! Me vigilaba todo el tiempo - se puso de pie - pero me encantaba ¿sabes? traté de convencerla de que se fuera conmigo, quise mostrarle lo que era ser libre - empezó a caminar a mi alrededor - pero la desgraciada solo quería estar junto a Claudio, solo quería seguir con su forma de ver las cosas. Decía que el placer era bueno, pero también era necesaria la responsabilidad ¡Que tontera! - se detuvo frente a mí - Pero tu si me seguirás, ¿cierto? - puso sus manos grandes y fuertes sobre mis hombros - Tú has probado mi sangre y yo he probado la tuya ¡Somos uno Athán!

- ¡Estas loco! - le dije y con ambos brazos lo aparté de mi.
- ¡Tus amigos no te quieren! te detestan, te envidian, te tienen celos, tu mismo lo dijiste ¡no tienes a nadie! - dijo enojado - ¡solo a mí!

Sus palabras, o quizá la forma como las decía despertaron mi ira, me abalance sobre él tomándolo por el cuello, él hacia otro tanto conmigo.
- ¡Fue un error haberme acercado a ti! - le grité.
- ¡No es mi culpa que nadie te quiera! - seguíamos forcejeando.
- ¡No necesito a nadie!
- Pero si tu me buscaste ¡por que no sabes estar solo! ¡¡Claro que necesitas a alguien!! - me dio un empujón y ahora fui yo quien cayó al suelo - ¡Eres mío Athán, nunca nos separaremos!
- ¡Enfermo!
- ¡No me dejaras! si lo intentas - me señaló - te destruiré, ¡como destruí a Roxana!

No quise escuchar más, salí volando, pero fue tal la velocidad con que lo hice que parecía que me había esfumado.

Mi existencia ha estado llena de tropiezos, Adara..."

- Todos tropezamos, Deón.
- Pensé que no estabas poniendo atención a lo que te decía.
- Te haz convertido en una voz en mi cabeza, en el día, mientras tú deberías dormir, o te pongo atención o me vuelvo loca.
- Disculpa.
- No hay problema. Pero dime ¿el hecho de que hallas preferido quedarte con Barbato fue suficiente para que Attis y Drusila te odiaran? Ellos estaban presentes cuando ese vampiro horrible mató a mi madre ¿cierto? ¿Que fue de ellos? y ¿Barbato?
- ¿Me haz perdonado, Adara?
- Contesta primero mis preguntas: tú empezaste, ahora debes saciar mi curiosidad.


5

"Todo es tan confuso, uno espera olvidar lo malo que ha pasado, uno trata de siempre acordarse de las cosas buenas. La mente se nubla y esas ocasiones en que nada sale como un quisiera, o cuando uno pasa por situaciones difíciles, se borran, en lugar de quedarse para convertirse en una lección, un 'como no se deben hacer las cosas'.

Al principio traté de huir de Barbato, pero me cansé; Barbato representaba mi lado salvaje, mi lado cruel: todo aquello que yo tenía ganas de hacer pero me reprimía de hacerlo por que me parecía malo, ¡y lo era! sin embargo, en ese tiempo, debido a mi soledad, al abandono de quienes pensé que eran mis amigos: Attis y Drusila; la ausencia de Claudio y el clan maltés, me dejé llevar y junto con Barbato descubrí hasta donde podía llegar cuando no había límites que impidieran las más terribles acciones.

Viajamos por toda Italia y las Galias.

Cazábamos todas las noches, incluso sin necesidad; teníamos sexo con nuestras presas, aun en contra de su voluntad; podíamos crear imágenes, fantasías en sus mentes para que cedieran, seducirlos, pero Barbato disfrutaba mucho el hacerlos suyos a la fuerza.

Tuve una amante, cuyo nombre nunca pude pronunciar, era una mujer de Massalia, blanca y rubia de ojos claros, me recordaba mucho a Eris, solo que en lugar de quemarla la ambición, la quemaba la lujuria. Al principio Barbato y yo la compartíamos; era una mujer extraña, no hablaba y era salvaje; bruta, se podría decir. Solo servía para ser usada, y para alimentarnos de su dulce sangre, el delicioso sabor de la sangre joven era increíble en ella.

Nos íbamos por semanas o meses, o años, cazábamos, violábamos, matábamos por pura diversión, y Barbato no era nada selectivo a la hora de crear nuevos vampiros, bueno, si lo era, parecía como si inconcientemente escogiera a las personas más tontas y malas y bárbaras que conocíamos. Sus discípulos no sabían hacer otra cosa más que destruir.

Cada que volvíamos a Massalia yo buscaba a mi dulce muchacha bruta, y parecía que ella estuviese ahí esperándome; pero cada vez era mas vieja, y mas extraña. Era la loca del pueblo, vivía en las calles y conseguía alimentarse vendiendo su cuerpo. Parecía no tener un hilo de conciencia en su mente, como si cada momento o día que pasasen era lo mismo y no sabía que había sido ayer, o que sería de ella mañana. No se daba cuenta de cuanto tardaba yo en regresar y que cada que volvía yo no había envejecido nada.

Una vez que volvimos y que la juventud había desaparecido del rostro de mi amante de Massalia, Barbato se desinteresó por sus favores sexuales, y entonces lo que quería era torturarla para después beber su sangre y matarla, pero yo no lo permití. Conforme pasaban los años y la mujer envejecía, poco a poco fuimos apartándonos de su vida, sin embargo, yo nunca dejé de cuidarla, de tratar de estar al pendiente de ella. La seguí sin que ella se diera cuenta, hasta su muerte. Tuvo una vida extraña, pues su mente siempre estuvo en otro lugar, y aun así logró sobrevivir hasta los 94 años. Creo que el cuidarla fue lo único que mantenía vivo mi lado humano en ese tiempo.

Barbato empezó a tomarse muy en serio eso de que tenía discípulos y los obligaba a seguir sus 'reglas'. Los obligaba a olvidar toda moral que hubiesen tenido cuando estaban vivos, lo cual no era muy difícil, ya que como dije anteriormente, Barbato escogía de entre la escoria humana para crear nuevos inmortales.

Me cansé de sus estupideces después de un par de siglos y aprovechando su distracción, mientras creaba su 'secta' en la cual él era adorado, me fui."

- ¿Y ya no te siguió? - Adara estaba en el café internet, trabajando como todas las mañanas, perdía el tiempo revisando y revisando su correo, traía sus audífonos puestos pero no escuchaba música, sino los pensamientos de Deón.
- No, Adara, al menos pasaron muchísimos años y muchísimas cosas para que yo supiera de Barbato de nuevo.

"Vagué por un tiempo, sin saber a donde. De Drusila y Attis supe por un inmortal que conocí en Roma; ella había encontrado a su hijo, y se quedó junto a su familia; supe que Attis estaba junto a ella por la descripción que me dieron del hombre que la acompañaba.

Adara, debes tener cuidado."

- ¿Cuidado de que?
- Tienes que permitirme acercarme a ti, para protegerte.
- ¿De quien?
- No respondiste mi pregunta ¿ya me perdonaste?
- ¿De quien debo cuidarme?
- Desde hace un par de días, los he sentido cerca.
- ¿A quienes?
- A 'Ellos'.

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