viernes, julio 29, 2016

DEON 1 capitulo 9



Capitulo 9
Ira


1

- ¿A donde me llevas?
- Ah... - suspiró Claudio - a un lugar que te va a encantar.
- ¿Es de día? ¿Por qué es de día? tú... ¡tú no puedes exponerte a la luz del sol! - dijo nervioso Mauricio - ¡esto no es real! - de repente el prado verde, los árboles frondosos, el cielo claro con el sol de mediodía desaparecieron.

Claudio y Mauricio descendieron en un cerro rocoso de extraña vegetación y entraron a una cueva iluminada por antorchas.
- ¿Qué era eso que vi? el sol, el pasto verde, era como... un paraíso.
- ¿Te gusto? - preguntó Claudio.
- ¡¡Tu creaste esas imágenes en mi mente!! ¡No querías que descubriera el lugar donde me trajiste! – dijo Mauricio, Claudio contestó con una sonrisa.
- Eres muy listo, criatura. - tomó a Mauricio de la mano y siguieron caminando por un largo pasillo excavado en la montaña.

- Así es que este es Mauricio - dijo una voz al fondo de la oscura caverna.
- Si, este es y aquí está – poniendo una mano sobre el hombro de Mauricio - tal como me lo pediste - le contestó Claudio.
- Me siento mareado, confundido. - Mauricio puso su mano en el rostro, cerró los ojos por un momento.
- Sentaos a mi lado, querido Mauricio - dijo Francesco, invitándolo con un ademán.

La cueva estaba amueblada; el salón al que habían llegado tenía un comedor grande, y antiguo, hecho de roble; tenía 12 sillas y en uno de los extremos era donde Francesco estaba sentado; había en la pared detrás de él un mueble como tipo alacena con candelabros que iluminaban esa área. Había otros tres inmortales sentados a la mesa, pero el lugar a la izquierda de Francesco estaba desocupado.

- ¿Qué esperáis, muchacho? ¡Venid! - ordenó Francesco, Mauricio obedeció, no podía dejar de ver al impresionante bebedor de sangre: la penumbra acentuaba sus rasgos, sus labios carnosos, sus ojos grandes y azules que brillaban con la pasión que llevaba dentro, su cabello oscurecido por las sombras que se colaban entre las ondas de cada montón de pelo. Tenía una mirada compasiva y paciente y no le importaba ser observado por Mauricio - Entiendo que vos queréis ser como nosotros.

- Si, si señor.
- No me llaméis señor - interrumpió Francesco - ¿No veis que soy un jovenzuelo de apenas 19 años?
- disculpe, con todo respeto, aparenta más edad - dijo tímido Mauricio, sin dejar de mirar al vampiro.
- ¡Bah! todos dicen eso - dijo Francesco sonriendo - mi nombre es Francesco, y estos son mis hermanos - señaló a Claudio - él es Claudio, el maltés, creador de ilusiones, siempre en busca del placer. Tan hermoso como su alma, si es que los vampiros tenemos una. - Mauricio miró a Claudio, blanco, de cabellos de oro y unos ojos azul claro deslumbrantes, después Francesco señaló a su derecha, un hombre estaba sentado – él es Nemrod: muy famoso, en la antigüedad quiso construir una torre que llegara a los cielos, y después de casi seis mil años sigue con la misma idea - dio una palmada en el hombro de Nemrod - vaya iluso - y sonrió, Nemrod observaba serio a Mauricio. - más allá, la bella Drusila Romana, hija del fuego del Vesubio - la mujer tenía una mirada muy dulce, estaba vestida de gala con un vestido rojo de escote amplio, le rodeaba el cuello un collar de diamantes y caía hasta perderse entre sus senos, su cabello castaño oscuro caía por sus hombros, su cabeza estaba adornada con una corona de diamantes - y frente a ella, veréis a Attis, cuyo nombre significa "muchacho guapo" ¡y vaya que combina con su ego! - Francesco soltó una carcajada, a la que Attis contestó con una sonrisa.

- ¿Para que nos hiciste venir, Francesco? tu mazmorra no es nada cómoda - dijo Attis.
- Quería presentaros a Mauricio... Mau... nuestro querido "Mau" - dijo Francesco en un tono burlón - es muy amigo de la pequeña Adara.
- ¡Ya veo! - dijo Attis poniéndose de pie y acercándose a donde Mauricio estaba sentado.


2

- Aunque no me dejen salir, ¡no diré nada sobre Adara! - gritó Mauricio, sujetándose a la reja que lo privaba de su libertad, en una mazmorra improvisada en las cavernas de los inmortales.
- Ah, pero si no es necesario, querido Mau. - dijo Francesco acercándose a la reja con una antorcha en la mano - con tanto chupasangre que habita estas cuevas, ¿vos creéis que no hemos examinado vuestra mente? - le acarició la mano que se aferraba al duro fierro de la reja - …esto de tenerte encerrado lo hago por pura diversión - sonrió y se alejo.
- ¡Déjame salir! ¡¡Déjame salir!! - gritó Mauricio desesperado.

- ¿Que hago con él? - preguntó Nemrod.
- Dejadlo ahí un rato más, si quiere la inmortalidad, que la gane. - contestó Francesco y salió de esa pseudo-habitación.

- ¿Por que lo has encerrado? - Se acercó Claudio a Francesco, quien iba entrando al gran salón del comedor.
- Por que quiero - contestó mientras se sentaba en su silla favorita, la del extremo junto a la pared.
- ¿Qué planeas? Cuando regresé a tu lado, lo sucedido con Athán era reciente, dijiste que tu venganza había sido completada. - Claudio se sentó a un lado de Francesco
- Mentí - Francesco se puso a pelar una manzana y subió los pies a la mesa.
- Tenían razón ¡estas demente! - Claudio se puso de pie y estaba a punto de salir del salón.
- ¡Está hablando un vampiro que usa un pene como amuleto! - alcanzó a restregarle Francesco.

- Pero ¿que pasa? - entró Drusila - ¿por que salió Claudio tan molesto? - su forma de caminar no había cambiado en 2 mil años, ella seguía siendo la mujer sensual que paseaba por las calles de Pompeya.
- Sé que vos tampoco estáis tan de acuerdo con mis planes, amada Drusila. - Francesco bajó los pies, tiro la manzana al suelo y se apoyo con los codos sobre la mesa - pero vos sabéis que yo soy el único que conoce el paradero de lo que mas amas.
- No es necesario que me amenaces. - dijo muy seria Drusila, acercándose lentamente con sus pasos sensuales hacia Francesco - respeto tus decisiones, y las de Attis, y las de...
- Creo que Claudio se volverá una molestia - Francesco se puso de pie - o ¿Tu que piensas?
- Pienso que Claudio desea tanto la re unión de "la familia" como tu o como yo. - Drusila se acercó a Francesco y dejó que éste la tomara en sus brazos - ¿Cuanto tiempo piensas tenerme así, Francesco?
- Ah… mí querida Drusila - Francesco se separó de ella - entonces ¿todo este cariño es solo por que quieres que os revele donde encontrarlo? ¿Todo este amor y esta ternura son falsos?
- Te dije que no, mis sentimientos son sinceros - dijo Drusila - y por lo mismo, no me parece justo que me manipules y me chantajees así.
- Yo decidiré lo que es justo y lo que no - dijo Francesco y salió del salón.


3

- Oye, ¡hace mucho que no veo a Mauricio! ¿Qué le hiciste mujer? - preguntó Dolores, mientras salía de su cuarto con una canasta de ropa sucia.
- No le hice nada, supongo que ya se desilusionó de mí. - Adara tomaba sus llaves.
- ¿Desilusionarse? ¿Cómo podría desilusionarse? ¿Dónde encontrará el tonto otra mujer como tu? - Dolores puso la canasta sobre la barrita - bonita, inteligente, ¡calenturienta! - dijo eso ultimo riendo.
- ¡Dolores! - Adara se sonrojó.
- ¿Crees que desde mi recamara no los escuchaba? ¡Dios! ¡¡me moría de la envidia todas las noches!! pero ya no, desde que tengo a mi Arturito - tomó la canasta y salió detrás de Adara.
- Pues si, te ves mas feliz desde que lo conociste.
- ¡Es un amor! - dijo Dolores.
- ¡Loca! Nos vemos. - Adara le dio un beso en la mejilla y bajó las escaleras, mientras Dolores la veía.
- ¡Que cariñosa te has vuelto! - le gritó, Adara se detuvo y volteó a verla.
- Es una racha, ¡aprovéchala! - dijo sonriendo.
- ¡Estas realmente enamorada! - gritó Dolores, soltó la canasta de ropa y bajó casi corriendo – pero, si Mauricio ya no se aparece por aquí ¡¿Quién es?! ¿Como se llama? ¿Dónde lo conociste? - la sujetaba de los brazos, casi sacudiéndola debido a la emoción - ¿Es un cliente del café-internet? ¡Dime! ¡Dime!
- Se me hace tarde, debo abrir el café. - y salió por el pasillo.

"El día transcurre tranquilo aquí en el café-internet: solo tengo un par de clientes. Mas tarde iré a la escuela, como siempre... ¿Ahora si duermes durante el día? ¿Por que ya no me has hablado? Extraño tu voz dentro de mi cabeza, me volviste adicta a ti ¿Dónde estas Deón?"

"Julia, como te extraño dulzura. Perdí demasiado el tiempo, debí hablar contigo desde que me di cuenta que te amaba. He perdido contacto con tu hija, trato de no comunicarme con ella para que 'ellos', tus asesinos, no la descubran, no descubran que es importante para mi y que también quieran hacerle daño. De vez en cuando entro a la mente de su amiga, la tal Dolores. Puedo ver a través de sus ojos, escuché hoy que Adara está enamorada, pero al igual que su amiga, no se de quien. Puedo ver los pensamientos de Adara, lo hacia con mas frecuencia cuando estaba lejos, para cuidarla, pero traté de nunca meterme con sus sentimientos. Quizás ese muchacho del que ella está enamorada sea Mauricio, es un buen muchacho; aunque, no se donde está.... ¿dónde esta Mauricio?..."

"¿En que me he metido? ¡Que estúpido soy! ¿Cómo pude confiar en un vampiro? ahora estoy aquí, encerrado, en una mazmorra, no se cuanto tiempo, no se cuantos días han pasado, quizá solo uno, quizá una semana ¡Quiero salir! Si los vampiros leen la mente ¿Podrá Deón leer la mía? Quizá venga a rescatarme, quizá, con tal de que esos patanes no me saquen información sobre Adara. Seguramente Deón no querrá que ellos se den cuenta de que tan importante es Adara para él: la ama como a una hija, según leí. Pero ¿por que estoy pensando en esto? ¡Diablos! ¡Seguramente ellos están leyendo mi mente!"

- Así es querido Mau. - dijo Francesco - pero vos no creáis que io soy tonto, desde hace mucho sé que Athán Deo quiere mucho a esa niña. Sé que ella será uno más de mis instrumentos de venganza. Pero vos... vos no os preocupéis, muy pronto seréis liberado y beberéis de la Ambrosía de los dioses.
- ¡No te acerques a Adara! - gritó Mauricio aferrado a las rejas.
- ¡Vaya! aun tenéis fuerzas para desafiarme - dijo Francesco sorprendido - serás un gran inmortal - le acarició el rostro a Mauricio y se retiró.


4

- La Luna esta llena ¿Por que la llamaremos Luna?
- La Luna es Luna y las estrellas son estrellas desde mucho antes que nosotros existiéramos Claudio, incluso mucho antes de que Attis y Athán Deo nacieran; antes de los tiempos de Urian, ya existían remotas civilizaciones que habían nombrado ya a los astros, y Luna y estrellas son tan solo la adaptación a los idiomas modernos.
- Drusila…
- ¿Si? - Ella estaba parada junto a él observando el cielo del desierto.
- ¿Cómo llegamos a esto?
- ¿A esto? - preguntó ella sin despegar sus ojos cafés del cielo, las estrellas se reflejaban en ellos.
- En lo personal, no creo odiar a Athán como para querer vengarme, si algo me hizo, los siglos han aminorado el rencor. - Claudio observaba a Drusila, esperando una respuesta.
- Hmmm… - Drusila esbozo una sonrisa amarga - el único daño que quizá pudo hacerme Athán fue el haberme despreciado. Supongo que yo estoy en 'esto' por mi marido.
- ¿En serio? No pensé que fueras de "ese" tipo de mujeres - Claudio frunció el ceño.
- ¿" Ese tipo"? ¿Sumisa? No, no soy sumisa. - suspiro, los movimientos de Drusila eran siempre sensuales, al igual que sus reacciones, siempre tranquilas y reflexivas - soy LEAL, y mi lealtad es para mi marido.
- ¿Como lo soportas? - Claudio preguntó intrigado, Drusila rió impulsivamente.
- Francesco me tiene amenazada. - ella declaró.
- ¡Ese Francesco! - dijo Claudio - ¿Sabe un secreto tuyo?
- Si.
- Mío también - hizo una pausa - te contaré el mío si tu me cuentas el tuyo - continuó Claudio sonriendo.

Caminaron sobre la superficie rocosa, se encontraban en la cima de un monte en pleno desierto; la entrada a la cueva, guarida actual de Francesco, se encontraba mas abajo en esa misma montaña.
- Siempre usas diamantes, ¿cierto?
- Si, desde que era una niña mortal me gustaban. Me recuerdan a mi madre...
- ¿Eran de ella?
- No Claudio. - Drusila agachó la cabeza - mis joyas originales se perdieron junto con mi mortalidad. Éstas joyas que ahora uso, fueron de mis victimas - volteó a ver a Claudio - siempre busco personas adineradas para beber su sangre, y luego entro a sus grandes mansiones en busca de sus joyas. - sonrió de nuevo amargamente.

- Supongo que te llenan un gran vacío - dijo Claudio tomando una mano de Drusila; una lagrima empezó a recorrer la mejilla de la elegante mujer.
- Conoces algo de mi historia Claudio: cuando hace casi dos mil años pasó lo de Pompeya, Athán Deo nos llevó a las islas, donde años antes él te había conocido.
- Si, Deón me contó eso.
- Attis y yo nos alejábamos, volvíamos a las ruinas de las ciudades alrededor del gran monte para buscar a mi hijo. Yo estaba fuera de mí, no pensaba mas que en mi hijo, y sin darme cuenta fui una mal agradecida con Athán, sin darme cuenta me aleje de él y descuidé nuestra amistad. A veces me siento culpable de lo que paso con Barbato, si nosotros no lo hubiéramos abandonado...
- No - dijo Claudio, con voz serena - nadie tuvo la culpa de eso.
- Entonces viajamos a otras ciudades de Italia. En Roma, el Anfiteatro Flavius estaba siendo inagurado por el Emperador Tito, había fiesta día y noche en la ciudad. - hizo una pausa - mi hijo estaba molesto conmigo, no podía o no quería entender en lo que yo me había convertido, y desaprobaba completamente la compañía de Attis, y decidió volver a usar el nombre que le había dado su padre: Titus Furius Mérula.


5

"Mi hijo se había casado en Roma, pero no tenía nada que ofrecerle a su mujer, vivían en la pobreza. Entonces, de alguna forma, Druso se contacto con un lanista, hombres rudos que se dedicaban a entrenar gladiadores, y mi hijo empezó a entrenar para transformarse en uno.

Fue un guerrero excelente, era muy fuerte y hábil con las armas; tenía éxito y dinero, como no era esclavo, se le permitía tener ganancias de sus peleas y el emperador era muy generoso con sus gladiadores; compró una gran mansión a orillas del Tiber y tuvo dos hijos con su esposa; ella siempre lo apoyó. Incluso ella trato de persuadirlo para que Druso me permitiera hablar con él, pero nunca lo logró. Desgraciadamente en una de las peleas, Druso fue herido gravemente y yo me bloquié Claudio; pude simplemente curarlo usando mi sangre, pero él estaba ya apunto de morir, y lo que hice fue algo que él nunca va a perdonarme: lo convertí en inmortal como nosotros."

- Y ¿dónde esta? - preguntó Claudio, Drusila estaba bañada en lágrimas rojas.
- Me exigió que me fuera y él como pudo se quedo al lado de su familia; supe que para toda Roma él había muerto, pero había noches en que se disfrazaba y luchaba en el coliseo, era un asesino feroz y saciaba su sed con la sangre de sus oponentes, el público siempre pensó que era parte del espectáculo y hasta donde yo supe, jamás descubrieron que Druso era en realidad un bebedor de sangre. - suspiró - Yo no puedo leer su mente, pues yo fui quien lo creó, le di la vida dos veces. Francesco sabe donde está, pero logra cerrar muy bien su mente para que yo no lo averigüe. Con eso me amenaza.
- Ya veo... - dijo Claudio, dándole un beso en la mejilla - quizá yo te pueda ayudar.
- ¿Cual es tu secreto, Claudio? ¿Cual es tu motivo aparente por el que debes ayudar a Francesco a vengarse de Athán?

Nemrod se paseaba por la oscura mazmorra, de repente se detenía y volteaba a ver a Mauricio, que se encontraba sentado en el rincón, cansado de gritar, rogando que lo soltaran.
- El objetivo de la torre no era llegar al cielo...- dijo Nemrod, unos mechones de cabello cubrían sus orejas - Francesco es un idiota, no sabe nada de nada - siguió dando vueltas - Me llamaban Nimrod, "Nebrod" los griegos y aun otros me llaman Menrot; fui un gran señor fundador de ciudades y reinos. Viví en una época de ignorancia, de leyendas, ¿Sabes? - volteó a ver a Mauricio quien seguía en el rincón con la cabeza agachada - Yo debería ser el líder de esta secta ¡Yo nací para gobernar! - camino hacia la reja - Ya no es necesario construir torres, yo puedo llegar al cielo por mi mismo, y reclamar mi lugar en el trono del supremo. - sus ojos se dilataban, el fanatismo lo encendía - ¡Francesco es un imbecil, cegado por su amargura y rencor!
- Entonces ¿Por que lo sigues? - preguntó Mauricio sin levantar la cabeza, Nemrod se quedó pensativo aferrado a los barrotes de metal.
- Acércate muchacho. - le dijo a Mauricio, quien, levantó la cabeza y arrastrándose llego hasta la reja - bebe esto - Nemrod se cortó la muñeca con sus largas y afiladas uñas y su sangre empezó a brotar - te hará sentir bien.

Mauricio tomó el brazo de Nemrod y succionó la sangre que fluía en abundantes cantidades.
- No mucha - dijo Nemrod, y con la otra mano le dio un empujón en la frente a Mauricio, quien cayó sentado al suelo de la prisión, confundido, con las pupilas dilatadas.
- ¿Que… que me esta pasando? - dijo confundido Mauricio. Se puso de pie y se dirigió a una de las paredes - Todo se mira… tan… detallado… - palpaba la pared rocosa, acariciaba el filo de las piedras. Nemrod solo lo observaba.
- Bueno muchacho, debo ir a dormir, pronto amanecerá. Si te portas bien, muy pronto quedarás libre.

Mauricio volteó a verlo con los ojos muy abiertos, temblaba y se dejo caer al suelo.
- Deón va a venir por mi - balbuceaba - Deón me rescatará…


6

"Es eso... un velo que no te deja ver claramente, nubla tus sentidos y llega a enloquecerte: la Ira, el Rencor, el Resentimiento, te llegan a confundir al grado que solo sabes que odias, pero desconoces ya el motivo..."

- Adara ¿Tú me odias?

Adara estaba acostada en su cama, con un camisón blanco, las luces apagadas, era una noche fresca y agradable; la ventana estaba abierta para dejar entrar el suave viento que parecía hacer sonar una melodía al rozar las hojas de los árboles de la banqueta; la noche estaba iluminada por la luna llena y los pocos faros de esa calle.
- No Deón, no te odio. - se incorporó en su cama y miró hacia la ventana, sentía su presencia.
- Me da gusto saberlo - dijo el imponente bebedor de sangre mientras entraba por dicha ventana, recorriendo las cortinas blancas.
- Tu ¿Ves mis pensamientos? - preguntó Adara, recorriéndose en la cama hacia la orilla y poniéndose de pie.
- Trato de no hacerlo, y nunca veo más allá de lo superficial: donde estas, como estas. Respeto tu intimidad mi dulzura.

Se quedaron parados viéndose a los ojos. Deón en apariencia, un hombre de 24 años, alto, de espalda ancha y delgado; traía una camisa negra sin mangas dejando al descubierto sus fornidos brazos, un pantalón de mezclilla justo a la medida y unos zapatos negros; el cabello recortado y como si fueran espinas. Sonreía.
- Tus ojos brillan como estrellas - le dijo Adara.
- Los tuyos también preciosa, tu eres una estrella. Así vaya al fin del mundo, puedo ver tu brillo. - dijo Deón en un tono tierno y sereno. Camino hacia ella.

Adara se lanzó a sus brazos, era mucho mas baja de estatura que él, y apoyo su cabeza sobre el ancho pecho del hombre; él la sostuvo en sus brazos y así se quedaron por un largo momento, sin decir nada.

Entonces, ella enderezó la cabeza y lo miró de nuevo a los ojos
- Hazme el amor Deón.

Deón se sorprendió, realmente no esperaba eso.
- No puedo, dulzura. No debo.
- No seria incesto… - dijo ella, soltándose y alejándose un poco de él - tú no eres mi padre, nunca te vi como si lo fueras.
- Está mal...
- No, no está mal - insistió ella lanzándose de nuevo a sus brazos.
- La historia se repetirá Adara, ¡No quiero que te hagan daño! - la apretó entre sus brazos y por poco no mide sus fuerzas y la aplasta contra su pecho, pero no lo hizo.
- Yo se que tu no lo permitirías, yo se que tu me protegerás…

De nuevo se miraron, Deón puso sus manos en los hombros de Adara y la alejó un poco sin dejar de mirar sus verdes ojos. Se agachó y acercó para alcanzar esos delicados labios carnosos de la niña mortal, y se fusionaron en un beso inocente en el que solo un par de bocas se unían para sentir una a la otra, con las manos grandes de Deón en sus mejillas, Adara empezó a llorar de la emoción.

- No puedo. - dijo Deón y caminó hacia la ventana, estaba a punto de escapar cuando ella le dijo:
- Creo que es hora de que dejes de huir.

Él se detuvo en seco y volteó a mirarla.
- Tienes razón - dijo él, y caminó hacia ella para tomarla de nuevo en sus brazos.


Francesco daba vueltas alrededor de su elegante mesa, todos estaban ahí reunidos, viendo al enloquecido adolescente vampiro: Drusila, Attis, Claudio, Nemrod y 15 otros recién nacidos.
- Debemos marcharnos Francesco, ya va amanecer - dijo Nemrod.
Francesco se detuvo.
- Tenéis razón - dijo con una sonrisa - ¡Mañana será nuestra noche!

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