viernes, junio 29, 2007

Las Noches de Deón 4.3

3
la diosa y el desierto

Adara no podía dormir; apenas eran las 11 de la noche y se sentía desesperada, como si hubiesen pasado ya muchas horas, el tiempo se le hacia eterno y necesitaba saber algo de Mauricio. Se puso una blusa, un pantalón, tomó su impermeable y salió a la calle, a pesar de la lluvia; se dirigía a casa de Mauricio.

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"... Despues de que sacaron a la mujer, los dos hombres regresaron y con trapos empezaron a lavarme; no me había alimentado lo suficiente como para poder romper las cadenas y huir, me sentía mareado, como si no estuviese ahí.. disociado; derrepente los grilletes me lastimaba y me hacían volver a la realidad y ver a esos dos hombres limpiando mi cuerpo, lavandolo y besandolo, y chupandolo; famélicos de lujuria y placer; lo recorrieron todo y yo no podía hacer nada para impedirlo.

Terminaron de asearme y me pusieron un calsiris blanco con un cinto de oro; me depilaron el pecho y recortaron mi cabello y colocaron en mi cabeza un aro de oro que tenia una cabeza de serpiente al frente. Quitaron las cadenas de los aros del suelo y caminaron, llevandome casi a rastras por la puerta de la izquierda, por un largo pasillo oscuro, todo de piedra. Llegamos a otra puerta grande, entramos y era una estancia enorme, era como un pasillo circular, del lado izquierdo estaban las paredes de piedras y algunas puertas (como por donde entramos) y del lado derecho columnas y velos blancos un poco gruesos, pero aun asi la luz del alba podía ser vista, eso me hizo suponer que el centro no tenía techo. caminamos unos cuantos pasos y del lado de la pared había muchas sillas con brazos hechos de metal; estaban ocupadas por seres como yo; se veían tan débiles; algunos solo los sostenían los grilletes que habían en los brazos de las sillas.. todos, a pesar de ser de distintas razas estaban disfrazados de egipcios, maquillados con kohl, con túnicas o con sus torsos desnudos usando faldones blancos y brazaletes de oro, escuchaba sus lamentos en mi mente, pues solo tenían fuerzas para pensar en lamentarse y no hacerlo en realidad.

Caminamos hasta que encontraron una silla vacia, donde me sentaron y aseguraron bien las cadenas para que yo no pudiese escapar. las sillas estaban todas viendo hacia el centro. Empecé a sentir mucha ansiedad.. angustia que se convirtió en miedo. Pronto amanecería y el sol resplandería a traves de las cortinas blancas; sentí que esa mañana iba a morir calcinado.

Del otro extremo de la gran sala circular (que era en realidad como una especie de dona) escuché que se abrió una puerta, no podía verse nada por los velos, pero pude oir pasos, aproximadamente de 3 hombres, y cadenas que se arrastraban.. despues unos pasos mas ligeros, era ella, había una conexión entre nosotros, pude ver sus pensamientos. Pensaba en mí.

- No!! Noo por favor!! - gritaba un hombre; pude ver siluetas detrás del velo, lo llevaron al centro que no tenía techo y aseguraron sus cadenas a unos aros que estaban en columnas de extremos opuestos - Prometo ceder! prometo ceder!! - seguía gritando el hombre horrorizado en un griego muy claro. Sentí la tension de todos los que estaban sentados en la sala, eran aproximadamente cuarenta; imagenes de angustia y horror llegaron en mi cabeza, como si estuvieran gritando en sus pensamientos. Me sentía desesperado, como si yo estuviese a punto de vivir lo que el pobre hombre encadenado estaba viviendo. No quería ver al centro, pero no podía dejar de hacerlo. Traté de tranquilizarme y cerré los ojos.

Pensé
- Tranquilo hermano, la paz llegará muy pronto - dirigiendome al hombre torturado
- No quiero morir! - me contestó con el pensamiento; era tambien un vampiro
- Hades te recibirá con los brazos abiertos, seguramente tendras un lugar en los campos elíseos - no se de donde sacaba palabras para calmarlo, pero ya no contestó; dejé de escuchar su mente

- Que bello te ves vestido así - dijo la mujer, que sin darme cuenta estaba de pie junto a mi silla, me paso la mano por la mejilla, se acercó, me dio un beso en los labios y me susurró - tu serás mi 'Usir' (Osiris), ya te he elegido... - de nuevo me besó, siguió caminando y la ví sentarse en una especie de trono de oro para presenciar la tortura.

Seguía escuchando los gritos en mi cabeza, a pesar de que al voltear veía a los demás paralizados, como en un estado letárgico, pero eran sus gritos. Los dos hombres se sentaron en el suelo a los lados de la mujer. Y entonces. los gritos de mis compañeros se intensificaron, aun en mi mente; empezó a salir el sol y a traves de los velos poco a poco veíamos como la sombra iba desapareciendo y los rayos iban avanzando, acercandose al hombre encadenado.

- adios hermano - escuché la despedida del pobre, y una llama se incendió en el centro del salon circular, era él, que al contacto con el sol empezó a incendiarse. veía la silueta retorcerse, pero no gritaba, estaba ya resignado; Me pareció eterno, pero fue más rapido que lo que creía; mi "hermano" vampiro estaba ya convertido en cenizas. Los velos lograron protegernos del sol y no nos causo daño, ademas de que el lado por donde pasarían los rayos del amanecer, estaba vacio; no había nadie de los nuestros sentado ahí.

Entonces la mujer se puso de pie
- Que esto sea una lección para todos, no aceptaré mas rebeliones. Esta noche, Seth estará entre nosotros - y así salió del salón.

<<Capitulo IV, parte 4>>

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