viernes, julio 13, 2007

Las Noches de Deón 6.6

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Lecciones


Estaban todos en circulo, arrodillados en la arena, llorando, cuando Claudio, Ambusta y Deón llegaron. En el centro, se encontraban varios trozos de algo calcinados. Los ojos de Claudio se llenaron de lágrimas de sangre (pues sangre es lo que lloran los vampiros) y se tiró tambien de rodillas como los demas.
- Roxanaaaaa! - gritó sintiendose impotente

Los trozos eran partes del cuerpo mutilado de la joven vampiro.
- Fue Barbato - dijo uno de los jovenes - estoy seguro de eso!

Deón recordó que la sangre de vampiro podía curar no solo heridas, sino mutilaciones, y con una piedra filosa cortó sus venas y roció su sangre sobre los restos quemados, pero todo fue inutil.

No se supo de Barbato, ni siquiera había forma de comprobar que había sido él. El clan que antes había estado lleno de alegría poco a poco se fue disolviendo. Los jovenes empezaron a tomar su camino y muy pocos seguían al lado de Claudio.
- Todo esto fue tu culpa! - le dijo el joven de cabellos chinos castaños a Deón - Barbato se lleno de celos cuando tu llegaste!
- Pero el ya antes se había portado mal - dijo Deón con voz pasiva
- Pero nunca había hecho algo semejante! Eres tu quien vino a echarlo todo a perder! - a lo lejos, Claudio solo lo observaba, parecía como si estuviera de acuerdo con el joven.

Esa noche Deón se fue, viajo al norte.

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El viento estaba tan frio que Mauricio sentía que le ardía el rostro; no podía dejar de mirar al inmortal que lo vistaba esa noche en la azotea del edificio donde vivía Adara.
- ¿Entonces?... - dijo Claudio - ¿Que decides?
- Acepto - dijo Mauricio. Claudio sonrió

Capitulo VII, parte 1

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